Sin merecerlo y jugando mal, Instituto superó con lo justo a Platense 1 a 0 con un tanto de Lucas Concistre y se volvió a acomodar en las posiciones ya que mantuvo el tercer lugar, en zona de promoción.
Marcos Villalobo
La Mañana de Córdoba.
Instituto ya no es el equipo que en base al “juego lindo” consigue resultados positivos, sino que ahora gana los partidos sufriendo en demasía. La Gloria se desahogó ante Platense después de “comerse” los nervios y celebró el triunfo, mínimo por 1-0. Lucas Concistre tuvo su revancha y fue el héroe en la noche de Alta Córdoba. Con este resultado, el albirrojo mantiene la tercera colocación en las posiciones, que hoy le daría la chance de jugar una promoción.
Hace algunos fechas que Instituto dejó de ser aquel equipo de buen toque y vertiginoso que lastimaba en los primeros tiempos. Hace algunas fechas que dejó de ser “el mejor equipo de la B Nacional” como los mismos jugadores de ese club manifestaban. Y ya hace varias jornadas que Ezequiel Lázaro dejó de ser importante en la cancha.
Esa repetición de conceptos sirve para pintar un poco el panorama de Instituto.
El equipo de “Vitrola” Ghiso intentó ser el dueño del trámite del juego. Lo logró, pero a medias, sin peligro de tal manera que el arquero “Calamar” Alejandro Sánchez sólo tapó una pelota en el período. Paradójico, debido a que los futbolistas más activos de Instituto fueron los atacantes: Jerónimo Morales Neumann y Silvio Romero.
A los 13’ el “Chino”, de cabeza, generó la primer jugada personal peligrosa; mientras que “Jero” inquietaba constantemente por izquierda, superando con facilidad a Pilipauskas.
A los 31’, otra gran jugada de Romero pero el balón también se fue afuera, muy cerca del palo izquierdo. A los 36’ fue el mendocino quien llevó peligro al arco visitante, pero su cabezazo salió desviado.
El juego se mostraba irregular y a los 41’ se provocó el quiebre: mientras era atendido Pablo Nieva en un costado (saltó con Romero y éste, sin intención, le quebró la nariz con la muñeca), Juan Pablo Rial y Lázaro tuvieron un encontronazo, el asistente Angel Barrionuevo los vio y Alejandro Sabino les mostró a ambos la roja. El volante albirrojo se retiró del campo de juego con lágrimas en los ojos, en tanto algunos plateístas cansados de su segunda expulsión infantil, lo silbaron.
Pero a partir de ese instante el partido fue más dinámico y otra vez la dupla ofensiva cordobesa generó la mejor jugada de la etapa: buena combinación entre ambos con remate final de Romero que Sánchez tapó magistralmente.
“¡Que esta noche tenemos que ganar...!” De esta forma, la parcialidad albirroja le dio la bienvenida al segundo tiempo, haciéndole saber a sus jugadores de la importancia de una victoria. Y Ghiso, fiel a su filosofía ofensiva, tomó la posta. A los 8’ realizó un cambio, en la previa arriesgado al sacar a Tomás Charles para que ingrese Lucas Concistre, delantero por defensor. Claro, esto provocó un gran desorden en la estructura, a tal punto que a pesar de intentar ser más ofensivo no generaba situaciones claras de gol en el arco contrario. Incluso en los primeros minutos del complemento, el que estuvo más cerca fue el “marrón”, como a los 16’ a través de un cabezazo de Scatolaro que dio en el poste.
Instituto ya no juega como antes. Pero gana. Y pese al nerviosismo, del murmullo y de la ansiedad logró convertir gracias a una carambola.
Sobre los 32’, Facundo Torres peleó un balón por izquierda junto con Cardozo, la pelota iba y venía, con intenciones de llegar al área “Calamar”. Y los rebotes no terminaban más, hasta que el Torres glorioso quiso rematar al arco, pero le pegó tan mal que le salió un gran pase a Concistre, quien también ejecutó defectuosamente el balón y como pidiendo permiso, ingresó. Gol. De-sahogo. Abrazos y festejos por doquier.
Escasa presión del cántico inicial del complemento estaba dando sus frutos, a pesar del sufrimiento y de la poca fortuna de Alemanno ante Tombolini en el final.
La Gloria sigue tercero, alimenta su sueño. Celebra la victoria pero debe recuperar la memoria y volver a ser el que era. Antes ganaba y disfrutaba. Ahora gana y sufre.
Hace algunos fechas que Instituto dejó de ser aquel equipo de buen toque y vertiginoso que lastimaba en los primeros tiempos. Hace algunas fechas que dejó de ser “el mejor equipo de la B Nacional” como los mismos jugadores de ese club manifestaban. Y ya hace varias jornadas que Ezequiel Lázaro dejó de ser importante en la cancha.
Esa repetición de conceptos sirve para pintar un poco el panorama de Instituto.
El equipo de “Vitrola” Ghiso intentó ser el dueño del trámite del juego. Lo logró, pero a medias, sin peligro de tal manera que el arquero “Calamar” Alejandro Sánchez sólo tapó una pelota en el período. Paradójico, debido a que los futbolistas más activos de Instituto fueron los atacantes: Jerónimo Morales Neumann y Silvio Romero.
A los 13’ el “Chino”, de cabeza, generó la primer jugada personal peligrosa; mientras que “Jero” inquietaba constantemente por izquierda, superando con facilidad a Pilipauskas.
A los 31’, otra gran jugada de Romero pero el balón también se fue afuera, muy cerca del palo izquierdo. A los 36’ fue el mendocino quien llevó peligro al arco visitante, pero su cabezazo salió desviado.
El juego se mostraba irregular y a los 41’ se provocó el quiebre: mientras era atendido Pablo Nieva en un costado (saltó con Romero y éste, sin intención, le quebró la nariz con la muñeca), Juan Pablo Rial y Lázaro tuvieron un encontronazo, el asistente Angel Barrionuevo los vio y Alejandro Sabino les mostró a ambos la roja. El volante albirrojo se retiró del campo de juego con lágrimas en los ojos, en tanto algunos plateístas cansados de su segunda expulsión infantil, lo silbaron.
Pero a partir de ese instante el partido fue más dinámico y otra vez la dupla ofensiva cordobesa generó la mejor jugada de la etapa: buena combinación entre ambos con remate final de Romero que Sánchez tapó magistralmente.
“¡Que esta noche tenemos que ganar...!” De esta forma, la parcialidad albirroja le dio la bienvenida al segundo tiempo, haciéndole saber a sus jugadores de la importancia de una victoria. Y Ghiso, fiel a su filosofía ofensiva, tomó la posta. A los 8’ realizó un cambio, en la previa arriesgado al sacar a Tomás Charles para que ingrese Lucas Concistre, delantero por defensor. Claro, esto provocó un gran desorden en la estructura, a tal punto que a pesar de intentar ser más ofensivo no generaba situaciones claras de gol en el arco contrario. Incluso en los primeros minutos del complemento, el que estuvo más cerca fue el “marrón”, como a los 16’ a través de un cabezazo de Scatolaro que dio en el poste.
Instituto ya no juega como antes. Pero gana. Y pese al nerviosismo, del murmullo y de la ansiedad logró convertir gracias a una carambola.
Sobre los 32’, Facundo Torres peleó un balón por izquierda junto con Cardozo, la pelota iba y venía, con intenciones de llegar al área “Calamar”. Y los rebotes no terminaban más, hasta que el Torres glorioso quiso rematar al arco, pero le pegó tan mal que le salió un gran pase a Concistre, quien también ejecutó defectuosamente el balón y como pidiendo permiso, ingresó. Gol. De-sahogo. Abrazos y festejos por doquier.
Escasa presión del cántico inicial del complemento estaba dando sus frutos, a pesar del sufrimiento y de la poca fortuna de Alemanno ante Tombolini en el final.
La Gloria sigue tercero, alimenta su sueño. Celebra la victoria pero debe recuperar la memoria y volver a ser el que era. Antes ganaba y disfrutaba. Ahora gana y sufre.
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