domingo, 17 de mayo de 2009

Un tiro libre fue el atajo para la alegría pirata

Por Luis Heredia
La Voz del Interior.

Belgrano se dispuso a jugarle a San Martín de San Juan con las armas y las necesidades de siempre. La línea de tres en el fondo, el medio campo con proyección con Pautasso, con Becerra, y Mansanelli (recostado por momentos por la derecha), y un triángulo ofensivo sustentado en Vázquez, y con Chavarría y Cuevas para herir en los últimos metros.

Deuda. Pero hubo aspectos que no funcionaron. De entrada nomás, el plantel celeste supo que no podía salir a "comerse" a los sanjuaninos, porque los riesgos eran grandes frente a un equipo que apostaba a la rapidez de sus delanteros si se generaban los espacios. Producto de esta cautela, Becerra tuvo poca gravitación en ataque, pero lo que decididamente falló en el esquema ofensivo celeste fue la baja performance de dos de sus hombres clave en la generación de juego sobre el área rival: Vázquez y Chavarría. Sin sus aportes, la voluntad ofensiva de Belgrano naufragó, y el primer tiempo transcurrió con las intenciones de uno y otro neutralizadas.

Banco. El técnico Omar Labruna metió mano para el segundo tiempo, pero ni Bustos ni Soriano otorgaron la claridad necesaria para romper el candado que ofrecía San Martín en el fondo, y Cuevas no lograba salir de la situación de aislamiento. El gol de tiro libre de Mansanelli fue la llave. Si bien Belgrano siguió con poco o nulo juego asociado, los pelotazos hacia sus jugadores más veloces comenzaron a causar más daño, al punto que de uno de ellos a Mansanelli significó la expulsión de Herrera. Aún así, San Martín se las arregló para hacerse de la pelota y lo de Belgrano se redujo a romper, pero sin aprovechar los balones recuperados. Por eso el gol de Pautasso significó ante todo un baño de tranquilidad.

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