martes, 12 de mayo de 2009

Falló justo cuando no debía


Talleres afrontó un partido clave sin un sostén estratégico y perdió sin atenuantes con Los Andes.

Hugo Caric
La Voz del Interior.

Talleres perdió el partido que no debía perder. Agobiado por la urgencia de sumar milésimas, salió a jugar un partido decisivo casi a cara descubierta, sin un sostén estratégico, y así le fue. Los Andes, con un poquito de inteligencia y el convencimiento de que no se trataba de un compromiso más, explotó todas las carencias y el nerviosismo de los albiazules y se llevó a Lomas de Zamora un 2-1 que le permite soñar con esquivarle al tobogán.

Con el respaldo de su público, en el comienzo la "T" trató de llevarse por delante al Milrayitas, con la sociedad futbolística que insinuaron Wilchez y Zermattén. Pero la visita se abroqueló bien atrás y fue obligando al equipo de Raúl Peralta a repetirse en "ollazos". Así y todo, complicó. Un par de cabezazos de Salmerón y un zurdazo de Wilchez le anunciaron una noche movidita a "Cubito" Cáceres, el arquero rojiblanco.

Talleres iba al frente sin orden y sin plan. Los Andes lo esperó y lo agarró mal parado en la primera réplica que tuvo a su favor. Céliz quedó solo contra tres rivales y el veterano Yaqué no perdonó a Brasca. Iban 12 minutos y la historia empezaba a cambiar.

Sin soluciones. Si a Talleres le había costado en la paridad, ni hablar de lo que fue con el 0-1 y con la reprobación y los cánticos intimidatorios de su gente. Devenido en un manojo de nervios, el elenco de barrio Jardín resignó totalmente la posibilidad de jugar la pelota contra el piso y apostó sistemáticamente a los centros para la soledad de Salmerón.

Con ese argumento, tan previsible como inconducente, la "T" le facilitó las cosas a Los Andes, que lo aguantó tirando el fuera de juego y con Cáceres convirtiéndose en amo y señor de su área. Ni siquiera aprovechó los siete córners y los cinco tiros libres que le cedió un rival que no titubeó a la hora de reventar el balón o cortar el juego con infracción. La pelota parada, otrora arma mortal del Albiazul, esta vez no aportó soluciones, y el partido se fue encaminando decididamente hacia la conveniencia del rival.

De ahí hasta el descanso, hubo más cabezazos de Talleres, y otro contragolpe maestro que armaron entre Martín y Brítez Ojeda y que Yaqué transformó en el 2-0.

Con la frescura y el amor propio de los pibes Moreira y Godoy, Talleres llegó al descuento en el complemento. Tuvo más juego, pero no le alcanzó. La impotencia y la desazón dominaron la postal del final, que se parecieron demasiado a las últimas imágenes de un nuevo naufragio.

En pocas palabras

Aliento y pelotazos. En el inicio, Talleres tuvo la pelota y el aliento de su público, pero careció de ideas para vulnerar a Los Andes y terminó reiterándose en pelotazos. La visita esperó con orden y aprovechó dos réplicas para quedar 2-0.

Repudio y empuje. Con su gente en contra, y sin plan estratégico, la “T” apostó al amor propio. Así llegó al descuento, pero no le alcanzó.

Las figuras

Ramón Brítez Ojeda (8). El mediocampista de Los Andes fue el referente estratégico de su equipo. Manejó los tiempos en la zona más caliente de la cancha y trató de imponer su serenidad aun en los momentos más complicados para el Milrayitas. Las atajadas de Cáceres (7) y los goles de Yaqué (7) fueron también contribuciones importantes para el triunfo de los visitantes.

El árbitro

Daniel Raffa (bien). No tuvo que resolver jugadas polémicas y tampoco se complicó solo. El cruce entre dos equipos que luchan por la permanencia no era una parada fácil, pero el compromiso no pareció pesarle. Coordinó bien su labor con los asistentes (Sergio Zoratti y Adrián Pérsico) y, más allá de algunas quejas albiazules, no se “comió” algo grave.

Cuestión técnica

Raúl Peralta. Armó un medio campo con mucho juego pero dejó demasiado solo al pibe Galarraga. Wilchez y Zermattén se adueñaron de la pelota en el inicio, pero después fue todo pelotazo. Moreira y Godoy, en el complemento, le dieron un poco de frescura a la “T”.

Luis Blanco. Los Andes copó el medio y esperó ordenado. Explotó con inteligencia los errores rivales.

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