martes, 12 de mayo de 2009

Ganar... ¿como sea?

Pablo Giletta
La Voz del Interior

Desde mucho antes del comienzo, Talleres sabía cuál era la consigna: ganar como sea. ¿Como sea? A veces el cómo sí importa. Tanto es así que, por olvidarlo (o desconocerlo), la "T" terminó perdiendo en el momento menos oportuno. Fue a buscar el partido sin una estrategia y selló su suerte: quedó indefenso, expuesto y desguarnecido.

Descompensado. Talleres pagó caro el estatismo del fondo (volvió a parar una línea con cuatro zagueros) cuando, en una contra letal, Los Andes abrió el marcador. En el medio, la responsabilidad de la contención corrió casi exclusivamente por cuenta de Galarraga, lo que facilitó notablemente el trabajo de Brítez Ojeda y las proyecciones de Vega. Las libertades de Cabrera y Zermattén también quedaron absolutamente relativizadas: el riocuartense llegó al fondo seguido, pero casi siempre resolvió mal, y "Zerma", que tuvo un aporte sacrificado colaborando en la marca, nunca pisó el área rival. ¿Conclusión? Con la pelota, Talleres fue un torbellino. Llenó de centros a Salmerón, que una vez más hizo lo que pudo. Sin el balón, fue un equipo ingenuo que planteó el partido como si el rival fuera de palo.

A lo que salga. A esta altura ya no quedan dudas de que el promedio pesa, y mucho, sobre las espaldas de los jugadores de la "T". En ese peso y en el amor propio de varios futbolistas se explica la forma desordenada en la que buscó el descuento y, después, la chance del empate. El sistema se desdibujó: Peralta dejó tres en el fondo y sumó gente en el medio para presionar. Lo consiguió, pero en los últimos metros siguió careciendo de argumentos.

Suspenso. Los Andes pecó de displicente después del 2-0. Sólo por eso la "T" tuvo vida hasta el final. El mensaje debe ser claro: no es tiempo de bajar los brazos.

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